jueves, 29 de noviembre de 2012




Fūrin


Te miré aquella mañana
parada frente al jazmín
con tus largas piernas blancas
y tu aire sofisticado de Chanel,
¡Mujer arrogante!
Abarcaste todo…
no existía compañía mejor
que tus hombros desnudos
en pleno atardecer,
que tus ojos grandes
mi islario de mujer.

Días de lluvia,
guitarras decembrinas,
auroras nacientes,
haciamos del café
el mejor afrodisiaco,
verte sin sostén
tu mejor retrato.

En ese momento
todo lo entendí:
el amor, la pasión, el sexo…

Ya no era más aquel ser vulnerable e inocente.

Sólo una cosa:
Jamás conocí soledad tan temible.

Eurydice Calliope

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