Fūrin
Te miré aquella
mañana
parada frente
al jazmín
con tus largas
piernas blancas
y tu aire
sofisticado de Chanel,
¡Mujer
arrogante!
Abarcaste todo…
no existía
compañía mejor
que tus hombros
desnudos
en pleno
atardecer,
que tus ojos
grandes
mi islario de
mujer.
Días de lluvia,
guitarras
decembrinas,
auroras
nacientes,
haciamos del
café
el mejor
afrodisiaco,
verte sin
sostén
tu mejor
retrato.
En ese momento
todo lo entendí:
el amor, la
pasión, el sexo…
Ya no era más
aquel ser vulnerable e inocente.
Sólo una cosa:
Jamás conocí
soledad tan temible.
Eurydice Calliope