jueves, 10 de enero de 2013







A ella

Merodeaba una ráfaga de hormonas en el espacio
ese espacio que ocupaban tú, ella, ellos y yo.
Yo permanecí callada por horas,
ellos hablaban,
discutían sobre Bolaño ó Borges.

Tú la mirabas detenidamente una y otra vez
lento, pausado, retraido…
cual pintor contempla su obra en una exposición.

Después, camino a casa coincidimos
también habías olido esa ráfaga de hormonas
que emanaban de su cuerpo,
de cómo a ellos les gustaba el juego del cachondeo
de cómo el instinto encendía sus sexos.


          Ella que no es de nadie,
          ella que es de todos…
          Ella que nunca fue mía.



Eurydice Calliope 


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